La luz eléctrica y el aire acondicionado han servido de remedio para muchas edificaciones pobremente diseñadas, sin reparar en el costo de operación, tanto monetario como ambiental, que esto representa, ni en los constantes e interminables gastos de mantenimiento que generan los sistemas electromecánicos.
Es increíble descubrir grandes acristalamientos tipo invernadero en edificios ubicados en lugares cálidos, que tienen que ser enfriados, en forma permanente, con aire acondicionado, lo que ocasiona un enorme consumo energético.
Es necesario aprender a ver la arquitectura no solo como los muros, las fachadas o la cubierta, sino también como el espacio vital que fluye a través de ellos y a su alrededor, para habitarla no basta que sea sólida y económica, debe ser saludable y agradable, responder al clima y sintetizar la experiencia constructiva de las generaciones que nos precedieron.
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